NAMIBIA
Aunque siempre intento mantener al día el blog durante los viajes, a veces es imposible, el wifi es un bien escaso y en los alojamientos lo dan con cuentagotas.
Así que intentaré hacer un resumen de los días que hemos pasado y a ver si los dioses de los datos me permiten subirlo.
El viaje comienza accidentado. Hay retrasos en los vuelos a Amsterdam y no enlazamos con el que debe llevarnos a Uganda y después a Namibia, nos dan una alternativa via Frankfurt y Johanesburgo así que la tomamos. En el vuelo de Lufthansa a Johanesburgo vamos como en una lata de sardinas, nos han recolocado en los asientos que nadie quería y no nos queda otra que esperar que el tiempo pase rápido. Estamos preocupados por el tiempo de enlace de las maletas y ya vamos echando cuentas de que tenemos dentro y necesitamos. Pastillas, cargadores de móviles y cámaras,…
Todo va como la seda, un poco lio en Sudáfrica ya que hay que sacar las tarjetas de embarque y es algo tedioso, pero llegamos a Windhoek sólo tres horas más tarde de lo previsto, ahora sólo quedan las maletas.
En la primera tanda ya veo salir alguna, nos alegramos que hayan llegado sin contratiempo, no teníamos mucha confianza. Esta sensación dura poco, dos no salen, se para la cinta y ya estamos varias personas en la cola. Nos piden rellenar un papel con el numero del vuelo, color de la maleta, forma, etc… muy amables, parece algo habitual. Al salir, nuestro chofer lo confirma, “esta noche están en el hotel”, nos aferramos a esa idea. Tras chequear el hotel Boutique Gardens, que sinceramente está muy bien, nos tomamos una cervecita, primera toma de contacto, ¿Cuánto vale una jarra de cerveza? 2 euros, saca otra. Un refresco, casi lo mismo.
Pedimos un taxi para llegar al centro, tras dos minutos de carrera ya estamos en el Museo de la Revolución, junto a la Iglesia Anglicana símbolo de Windhoek, nos timan un poco con el precio, pero es que acabamos de llegar aún no sabemos cuanto cuesta nada. Es sábado, la iglesia está cerrada y el museo también, solo el bar de museo está en funcionamiento, que le vamos a hacer, vamos a ver las vistas desde el cuarto piso donde está alojado.
En el ascensor, el cuidador nos explica que Namibia fue independiente en 1991, con la ayuda de Fidel Castro por lo que están muy agradecidos al pueblo de Cuba y le han dedicado una gran avenida.
Desde el cuarto piso hay unas vistas magníficas, se ve perfectamente toda la ciudad y eso es porque no hay prácticamente edificios de más de dos pisos. La extensión es grande y da una extraña sensación de todo nuevo, muy limpio y casi no hay personas andando por la ciudad. No parece Africa, con sus mercados rebosantes y el bullicio constante de gente y coches pitando.
El hotel está cerca pero algunos deciden volver en taxi, Edurne después de la carrera en Frankfurt para llegar al avión tiene el tobillo un poco tocado, los más deportistas vamos andando, es un paseo.
Al llegar no hay nadie, que raro, no sabemos qué pasa, esperamos, si pasara algo llamarían. Pasa el rato, les llamamos, contestación: nos hemos perdido!, pero no veníais en taxi? Si, pero nos ha dejado en la esquina y nos hemos perdido. Que veis? Una iglesia… vamos, que salimos a buscarlos y están a cincuenta metros pero muy despistados. Mañana vamos a buscar los coches que nos acompañaran todo el viaje, es domingo y sólo de vez en cuando nos acordamos de las maletas que faltan.
A la hora de la cena según la previsión del chofer nos llaman del aeropuerto que ya están las maletas y podemos pasar a buscarlas. Efectividad y amabilidad increíble. Es la primera señal de que nuestr
os prejuicios son infundados y este es un país increíble en todos los sentidos