Hoy es nuestra última escala antes de la estapa a la Bahia de Halong. sabemos que es la ultima por zonas poco visitadas y sin turistas. Ayer fué un día magnífico así que estamos animados, tomaremos la ruta offroad que ya nos han dicho que será un poco dificil, pero somos de Bilbao y podemos con todo.
Hace calor, es muy temprano y antes de salir ya estamos sudando, llenamos los depositos de las motos y comenzanos el camino o como se le quiera llamar, está lleno de baches, boquetes, cráteres…. Tatin decide que es momento de tensar la cadena y engrasarla, hace un par de días que no lo hemos hecho y su moto ya pide a gritos un poco de antención. En unos pocos minutos en un poblado que atravesamos, nos la tensan y engrasan, por supuesto con aceite reutilizado, pero es mejor que nada.
El camino se complica, en una bifurcación el gps nos indica que debemos ir por un camino estrecho y tortuoso. Tengo que estar equivocado, sigo de frente pero no, definitivamente es por ese camino de cabras. Empezamos al ascensión por la montaña poco a poco, es muy extrecho, estamos cogiendo altitud y no tiene buena pinta. Llegamos a la cumbre, comienzo a bajar, es imposible, intentar dominar la moto es muy complicado, es muy estrecho, las piedras son grandes y el peso de la moto y la maleta hacen casi imposible salvar los obstaculos. Se me cruza por la mente que si yo no puedo que llego al suelo como lo estará pasando mi compañero que llega a duras penas con la punta de los pies. Un silvido. Que pasa? no puedo más, se me ha caido la moto cuatro veces, no llego. El calor aprieta, una pequeña cascada nos da un respiro permitiendonos mojarnos la nuca, pero ya no nos queda agua, un fallo de principiantes, nos la acabamos en la última parada.
Hay que seguir, bajo la moto la colina y vuelvo de nuevo a ayudar. Sólo ascender la colina me deja sin aliento, la ropa, las protecciones, todo me sobra, sudo a chorros y sé que si no salimos rápido nos vamos a deshidratar en nada y alli no nos encuentran en años. No nos queda otro remedio que salir de alli como sea, comenzamos a bajar la moto andando, tatin dirigiendola y sujetandola con freno y embrague y yo desde detras sujetandola por la parrilla o empujando si la roca a salvar es grande y no pasamos. Al llegar donde la otra moto estamos exaustos. No tenemos fuerza en brazos ni en piernas, pero descansar no es una opción. Debemos continuar, estamos algo mareados y subir en la moto es un sacrificio. Al empezar a andar, mejora poco a poco el camino, se ancha un poco y aunque sigue siendo de piedra suelta, podemos llegar al suelo con mas facilidad. Al poco rato vemos una aldea, ya está, lo hemos conseguido, alli nos ayudarán. Llegamos a una casa que nos reciben alucinados, como si dos astronautas llegaran del cielo montados en una lancha neumática. No tengo ni idea que piensan pero nos ayudan de inmediato, sacan el ventilador para refrescarnos, dos taburetes enanos, me dan ganas de tumbarme, estoy mareado, pero me puede la verguenza. Asaltamos su nevera, agua, zumo de coco, unos zumos de naranja de esos de bote, que por lo menos tienen azucar. Les vaciamos lo que tienen, nos ofrecen unos fideos, no podemos meter nada sólido. Siguen alucinados, me tocan la barba por veces, no es la primera vez que me pasa en vietnam, pero en este caso no son niños, son ya adultos creciditos, y como es costumbre, nos decubre el borracho del pueblo, viene muy animado, licor de arroz…. power…. que no queremos alcohol.. yes yes power…, le complacemos con un chupito y se queda un poco más tranquilo. Toda la aldea alucina, vienen a vernos y finalmente no se pueden contener. Nos quieren pesar, sacan una bascula de 100 kg y Tatín no tiene otro remedio, alaaaa 80kg… y yo… me libro, les digo que si me siento dará varias vueltas la aguja que peso mas de 100kg. El dueño de la bascula decide que mejor no arriesgar, y se la lleva, menos mal, que papelón, cualquiera se sienta con las piernas al aire en equilibrio con el mareo que llevo. Hubiera sido una catastrofe, les rompo el porche seguro.
Después de una hora ya nos hemos recuperado algo y seguimos carretera, agotados pero más animados, ya cualquier camino es posible, siempre será mejor de lo que hemos pasado. Al atardecer llegamos a Lang Son, es una ciudad muy grande e impersonal, muchisimo tráfico y ruidos, el hotel huele a tabaco, pero nos da lo mismo, estamos muertos, buscamos un café para atomar algo antes de cenar y a la cama…
Hoy no hay fotos, no hemos tenido ni fuerzas, ni ganas ni nada.