Fish River, es el segundo cañón más grande del mundo y no podíamos dejar pasar la ocasión de visitarlo. Está en el lejano sur, asi lo llaman en Namibio y no andan descaminados. No son demasiados kilómetros pero muchos son de pista de grava y la conducción es más lenta y debe ser más cuidadosa. Las nubes de polvo que levantamos nos obligan a aumentar la distancia entre los coches y nos avisamos si viene algún otro desesperado como nosotros por la carretera o si la cruza algún animal a través de las emisoras, que se han descubierto como una gran ayuda.
Pocos coches nos cruzamos, vemos varios Orix por la carretera y poco más.
En mitad de ninguna parte descubrimos unos viñedos, es imposible que hagan vino en este lugar tan desértico. En realidad no hacen vino, sino un licor de alta graduación que posteriormente descubrimos que venden por todo el país.
Tienen bar y degustación, y en realidad es un vergel en medio del desierto. Palmeras datileras y vides hacen que todo esté verde. El secreto?, una pequeña presa con agua almacenada que favorece el riego de toda esta zona. Encontramos una sombra y hacemos nuestro primer pic-nic. Tenemos jamón, chorizo y algún queso que deja un rastro de olor que queremos eliminar rápidamente.
Después del refrigerio nos ponemos de nuevo en camino para llegar cuanto antes al hotel. El Canyon Roadhouse es un poco chic, está adornado com coches antiguos que por la noche encienden sus focos dando un aspecto un poco fantasmagórico, pero en general está muy bien.
Tiene gasolinera que siempre se agradece, ya que esta noche David está empeñado en que debemos salir a investigar un pozo que hemos visto. Seguro que hay animales.
Al atardecer vamos al famoso pozo, nada, aparte de nosotros no hay nada más que piedras. En el camino vemos un orix despistado. Nada, foto, que no se pueden perder oportunidades.
Nos levantamos pronto para ir al cañón. Es espectacular, enorme. Hay varios puntos panorámicos y en algún punto tenemos que poner el 4×4, pero nos encanta e impresiona a partes iguales. Existe un trek por dentro del cañón de cinco días pero ninguno nos vemos con ánimos ni de empezarlo.
Tras un rato vamos a Ai Ais, el final de cañón y por el módico precio de 70 dólares namibios, es decir unos 5 euros nos permiten hacer uso de sus instalaciones, concina, horno, fregadero y sobre todo SOMBRA. Segundo picnic y en este caso algo más sofisticado, lomo, salchichas, y claro, chorizo, jamón queso… creo recordar alguna manzana, pero las veo como en una nebulosa entre todo el embutido de primera calidad…
Sólo queda volver al hotel para un baño en al piscina y esperar a mañana que nos llevará a Aus.
Nota: por supuesto David no se quedó contento con la experiencia del primer día y volvió al pozo acompañado de sis intrépidas compañeras Pilar y Nekane. Tras un rato, según cuentan las malas lenguas, oyeron algunos ruidos y les falto tiempo para correr al coche dejando a Nekane como cebo. Menos mal que parece que no rean carnívoros porque finalmente llegaron todos sanos y salvos.