Después de un par de vuelos, el último como en una lata de sardinas, ya estamos en Bishkek. El aeropuerto Internacional de Manas, es bastante pequeño, se llega a la terminal en un minuto de autobús y el control de pasaportes es rápido, bastante poco comunicativos, pero pronto nos daremos cuenta que es lo habitual. Salen las maletas, vamos a la zona de llegadas y allí esta nuestro taxista, ni hola, ni hello, ni pryviet ni nada, al coche y a toda leche al hotel, a la llagada lo primero a desayunar, algo frugal, que no estamos para fiestas pero un café es necesario, el cuerpo nos reclama a gritos un poco de atención.
El hotel no esta mal, muy limpio, un poco dorado y esas cosas tan soviéticas, pero bastante aceptable y relativamente cerca del centro, unos quince minutos.
Ducha y tras un pequeño descanso a la calle. Lo primero cambiar dinero. Sin problema cerca de la calle Manas encontramos un par de oficinas de cambio razonables, caminamos, fotos a la estatura de Manas y al ayuntamiento y nos encaminamos a un centro comercial para comprar la tarjeta Sim para los datos. Yo ya la había buscado en google y en pocos minutos y tras pagar dos miseros euros ya estoy conectado. No entiendo mucho así que le pregunto, cuantos pegas tiene? Indefinido. Si, ya claro y yo me lo creo por dos euros. Cuanto tengo que recargar la tarjeta, nietastro niet niet, completo. Finish. Bueno ya veremos cuando se terminan los datos, supongo que en un par de días bajara la velocidad a menos 0 y tendré que pasar a recargar, pero por ese precio…
Nos vamos a comer, si ya sé, acabamos de desayunar, pero mi acompañante parece que tiene el azúcar bajo así que tenemos que ir a reponer electrolitos. Vamos a un restaurante italiano, no encontramos mas que kebab, pollo frito y hamburguesas en puesto callejeros, así que parece una solución razonable. Por 15 euros nos metemos dos pizzas fantásticas y dos cervezas caseras. Un lujo. Restaurante Cyclone, recomendable.
Ahora otro problema, necesitamos bajar la pizza así que nos ponemos a andar, es muy agradable, los Kirguiz son muy discretos, nada dados a conversaciones ruidosas y aunque nada efusivos ni sonrientes, son educados y agradables, nos sentimos a gusto. Andamos hasta un mercado enorme, lleno de zapatos, ropa, cachivaches,… pero no hay comida, que es lo que me mas me gusta visitar, ya que se toma el pulso de un país muy rápidamente, según lo que se come y los precios que tiene.
Poco a poco nos encaminamos al hotel, nos habría gustado ver atardecer en la zona del Ayuntamiento con las montañas nevadas al fondo pero estamos agotados y mañana va a ser un día largo.