Tras unas pocas horas de carretera, ya estamos en Amritsar. Vamos a visitar el Templo de Oro, el famoso templo de los Sijs, esa religión tan poco conocida pero que a la vez despierta cierto misterio y admiración. Nuestro guía nos lleva a un parking junto a una calle peatonal de acceso al templo. Es facilísimo caminar por aquí, multitud de tiendas nos llaman la atención, pero podemos darnos cuenta que no sólo son reclamo para los turistas extranjeros. Podemos ver muchísimos turistas nacionales encaminados al Templo. Tras un pequeño paseo, toca descalzarse y cubrirse la cabeza, los hombres con un pequeño pañuelo, las mujeres con unos grandes que les cubren todo el pelo.
Pasamos un control de seguridad con solo un par de guardias con lanzas, parece algo simbólico. Enseguida nos damos cuenta que somos bienvenidos, todo el mundo nos sonríe, se pega a nosotros para sacarse fotos, y nos sentimos bastante a gusto. A diferencia de otros templos que estas como desplazado, donde te das cuenta que eres un intruso fisgando y quizás hasta juzgando las creencias de los devotos, en este caso es justo todo lo contrario, nos saludan e intentan incluirnos en sus rituales.
Tras ver el lago donde se bañan para purificarse nos encaminados a las cocinas. La primera impresión es increíble, varios grupos de voluntarios se encuentran haciendo rotis tanto manualmente como a maquina, otros grupos cocinan en grandes peroles, otros friega las bandejas metálicas donde se sirve la comida y finalmente, un grupo de mujeres en su mayoría, trocean los ingredientes, ajo, cebollas, zanahorias,…
Todo para dar de comer a miles de personas al día, sin preguntarles raza, religión, estatus social,… nada, simplemente comen todos juntos, financiándose de donaciones de fieles más acaudalados.
Enseguida nos quieren poner a trabajar, Haise y Ane amasan rotis, Amaia pela ajos, …yo estoy con la cámara, así que mi función es de documentar el trabajo, aunque ya me da un poco de pena no sentarme un poco a cocinar con esta gente tan maravillosa.
Tras un rato de alucinar, volvemos a la zona de baños y tras comprobar que la cola para ver el libro sagrado es larguiiiiiisima, decidimos que nuestro interés no da para tanto. Lo más impresionante es La Paz que se respira, los cientos de personas que hay por todas partes no molestan, no se oye demasiado ruido, pero tampoco hay un silencio forzado. Cuando salimos nos sentimos felices, ha sido una experiencia fantástica que nunca olvidaremos. El guía nos quiere llevar a ver donde mataron a decenas de Sij indefensos y tras unos pocos minutos decidimos que ese lugar no va a quitarnos La Paz que tenemos ahora.
Nos vamos de tiendas, compramos algunas chorradas, zapatillas, los atributos que debe llevar un Sij de bien, pulseras, peines, puñales, ya con los calzoncillos blancos de algodón no nos atrevemos, igual es pasarse….
Bueno nos queda pasar la noche en el tren para llegar a Agra y posteriormente finalizar nuestro viaje, no es tarea fácil, vamos en segunda con aire acondicionado, pero en estos trenes, primero un calor inmenso y luego te pelas de frío, y que decir de los baños… Mejor no decir nada.
Este viaje ha sido muy interesante, Ladakh con sus montañas y lagos en altura, de mayoría Budista y con Monasterios impresionantes. Cachemira, Srinagar con su lago y jardines, pero sobre todo, nos quedamos con esa presencia militar un poco desagradable y la mayoría aplastante Musulmán. Amritsar con el Templo Dorado, que nos ha dejado entusiasmados y que no dejaré de recomendar incluirlo en cualquier circuito por la India, y finalmente, Agra y Delhi, con sus contrastes, sus Palacios y Tumbas Mogoles, la elegancia y por que no decirlo, su ruido y suciedad. Todo ello junto, ha configurado un viaje de contrastes que nos ha ayudado a comprender las diferencias entre las religiones y etnias de este gran país. Seguramente VOLVEREMOS.